La licitación convocada por Petro-Perú para seleccionar un socio estratégico en el desarrollo del lote 64, ubicado en la región de Loreto, fue declarada desierta el pasado 14 de mayo. A pesar de las expectativas generadas por la empresa estatal, ninguna de las compañías invitadas —entre ellas la saudí Aramco, la peruana Petrotal, la egipcia Cheiron y la china CNPC— presentó una oferta durante el acto público.
El fracaso de esta convocatoria contrasta con las declaraciones optimistas de Alejandro Narváez, presidente de Petro-Perú, quien un día antes aseguró en una entrevista radial que “iba a haber buenos socios, buenos inversionistas porque hay interés en trabajar con nosotros”. Incluso extendió su confianza al proceso similar que se prepara para el lote 192, cuyo proceso está previsto para fines de mayo.
Sin embargo, lo ocurrido con el lote 64 pone en entredicho la viabilidad de la futura licitación del lote 192, un campo petrolero detenido desde hace cuatro años y que necesita una inversión significativa para reactivarse.
Una historia marcada por obstáculos
El lote 64 no es nuevo en la agenda de Petro-Perú. La empresa intenta desarrollarlo desde el año 2013. En 2014 se asoció con la compañía Geopark, pero esta nunca logró operar plenamente en la zona debido a dos factores principales: la oposición de comunidades nativas —especialmente del pueblo ashuar— y trabas burocráticas como la falta de permisos de desbosque.
Geopark abandonó finalmente el proyecto y devolvió el lote en el 2020, dejando a Petro-Perú con el 100% de participación en el contrato de licencia. A pesar de contar con reservas estimadas en 55 millones de barriles de petróleo liviano, la estatal enfrenta limitaciones financieras y legales que le impiden avanzar sola con el desarrollo del yacimiento.
Propuestas y perspectivas
Algunos especialistas consultados sugieren que el lote 64 debería revertir a Perú-Petro, entidad encargada de licitar proyectos petroleros en el país, para garantizar mayor transparencia y aumentar el atractivo de la convocatoria. Esta medida permitiría redefinir el modelo de licitación y quizá mejorar las condiciones para captar inversión.
Mientras tanto, Petro-Perú no ofreció declaraciones directas sobre el resultado de la licitación. Solo indicó que emitiría una nota de prensa, la cual hasta la fecha no ha sido publicada.
Por su parte, Tomás Díaz, gerente de Exploraciones de Petro-Perú, sostuvo días atrás que se espera que el proyecto entre en producción durante el primer semestre del 2028. Pero con un escenario de incertidumbre y resistencia social, ese objetivo parece cada vez más lejano.
El factor social
El desarrollo del lote 64 no solo enfrenta desafíos técnicos y económicos. El rechazo del pueblo ashuar ha sido constante, aunque el Ministerio de Energía y Minas (Minem) aseguró recientemente que las comunidades del río Morona apoyan el proyecto. La fragmentación del respaldo comunitario añade una nueva capa de complejidad para cualquier inversionista potencial.
La falta de postores en la licitación del lote 64 es un golpe significativo para Petro-Perú y para el futuro de sus proyectos estratégicos en la Amazonía. También deja en evidencia la urgencia de replantear la estrategia del Estado para atraer inversión al sector energético en zonas sensibles. De cara a la próxima licitación del lote 192, los ojos estarán puestos en si se repite la historia o si el gobierno logra corregir el rumbo.