En un giro histórico para la economía colombiana, las remesas enviadas por millones de ciudadanos que residen en el exterior se han convertido en la principal fuente de divisas del país, superando incluso al petróleo, tradicionalmente el motor de ingresos externos.
Según un informe reciente de Corficolombiana, durante los últimos 12 meses hasta febrero, las remesas alcanzaron los US$12.058 millones, mientras que los ingresos por exportaciones de crudo sumaron US$11.940 millones. Esta es la primera vez, desde 2023 (excluyendo el periodo atípico de la pandemia), que se observa este fenómeno.
Una caída del petróleo y un auge migratorio
Este cambio obedece a dos factores principales: la caída en los precios internacionales del barril de petróleo y la disminución de la producción interna. Solo en febrero, los ingresos por exportaciones de crudo cayeron a US$762 millones, su nivel más bajo desde abril de 2021.
En contraste, las remesas en febrero alcanzaron los US$1.031 millones, un monto que refleja tanto el crecimiento del flujo migratorio como el buen desempeño económico de países receptores de migrantes como Estados Unidos y España, principales emisores de remesas hacia Colombia.
Un fenómeno con doble filo
Para muchos expertos, este nuevo panorama económico plantea tanto oportunidades como riesgos. José Ignacio López, presidente de ANIF, sostiene que si bien las remesas ayudan a equilibrar la balanza comercial, también son evidencia de un fenómeno preocupante: la salida masiva de colombianos.
“La mala noticia es que seguimos perdiendo conciudadanos. Al año, estamos hablando de entre 400.000 y 450.000 personas, lo que equivale a la población de una ciudad como Ibagué”, advierte López.
Esta migración masiva, si bien genera un alivio económico en el corto plazo, puede tener consecuencias negativas en el mediano y largo plazos.
¿Colombia, camino a centroamericanizarse?
Andrés Langebaek, director de estudios económicos del Grupo Bolívar, advierte sobre los riesgos de depender excesivamente de las remesas, como ocurre en varios países centroamericanos. A su juicio, Colombia está perdiendo su capacidad para generar valor agregado y diversificar sus exportaciones.
“El producto que va a reemplazar al petróleo y el carbón es la gente. En los últimos tres años, más de 1,4 millones de colombianos han salido del país. Esto compensa temporalmente la tragedia de la migración con US$11.000 millones en remesas, pero a largo plazo nos estamos pareciendo a los países de Centroamérica”, señala Langebaek.
Aunque el crecimiento de las remesas representa una solución temporal frente al déficit comercial, plantea desafíos estructurales para el futuro económico del país. Depender del talento que se va, en lugar de generar condiciones para que florezca dentro del territorio, puede ser una señal de alarma que Colombia no debería ignorar.