La Agencia Internacional de Energía (AIE), dependiente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ha reafirmado sus previsiones de que la demanda mundial de petróleo alcanzará su punto más alto hacia finales de la presente década. Esta proyección, basada en estudios de mercado y políticas energéticas vigentes, anticipa un cambio estructural en el consumo energético global, influenciado por factores económicos, tecnológicos y geopolíticos.
El techo de la demanda: 105,5 millones de barriles diarios
Según el informe publicado recientemente por la AIE, la demanda global de crudo crecerá en 2,5 millones de barriles diarios entre 2024 y 2030. No obstante, esta expansión se desacelerará progresivamente. La agencia prevé que el consumo alcanzará un pico de aproximadamente 105,5 millones de barriles por día (mb/d) en 2029, seguido por una ligera disminución en 2030.
El crecimiento anual pasará de unos 700.000 barriles diarios en los años 2025 y 2026, a cifras marginales en los años siguientes. Esta tendencia marcaría el principio del fin de la era del petróleo, no por falta de oferta, sino por una demanda cada vez más contenida.
Factores de desaceleración: vehículos eléctricos y economía mundial
La AIE atribuye esta ralentización a varios factores clave:
- Cambio tecnológico: el avance de la movilidad eléctrica y la transición energética han comenzado a desplazar al petróleo en sectores críticos como el transporte y la generación de energía.
- Crecimiento económico debilitado: las tensiones comerciales y los desequilibrios fiscales a nivel mundial están limitando la expansión económica, lo cual modera la demanda energética.
- Políticas medioambientales: pese al clima de escepticismo climático en algunos países, persiste una tendencia global hacia la reducción de emisiones de carbono y la diversificación de fuentes energéticas.
El contraste con la OPEP y la tensión geopolítica
En contraste con la visión de la AIE, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) estima que la demanda global crecerá aún 1,3 millones de barriles diarios en 2025 y 2026. Esta diferencia de proyecciones refleja la tensión entre los actores del mercado energético: mientras algunos apuestan por una demanda sostenida, otros anticipan una transformación del sistema energético global.
Estas proyecciones coinciden con un momento de alta tensión geopolítica, especialmente por el conflicto entre Israel e Irán. La agresión israelí al país persa ha encendido las alarmas en los mercados, dado que Irán es el noveno productor de crudo a nivel mundial y controla, junto con sus aliados, el estratégico estrecho de Ormuz, paso obligado de casi el 20% del petróleo que circula globalmente.
El petróleo sube: Brent supera los 74 dólares
El 17 de junio, en medio de esta incertidumbre, los precios del petróleo subieron con fuerza. El barril de Brent del Mar del Norte, para entrega en agosto, subió un 1,65% hasta alcanzar los 74,44 dólares. Por su parte, el West Texas Intermediate (WTI) estadounidense para entrega en julio, aumentó 1,55%, situándose en 72,88 dólares.
Los analistas señalan que la salida anticipada de Donald Trump del G7, en medio de sus llamados a “forar a todo dar”, ha sido vista como un factor adicional de volatilidad. La actitud del expresidente estadounidense, defensor del petróleo tradicional, contrasta con las previsiones de la AIE que apuntan a un lento pero inevitable declive de la dependencia mundial del crudo.
¿El fin de una era?
Si bien el petróleo seguirá siendo un recurso clave en la economía global durante la próxima década, los datos sugieren que su protagonismo podría disminuir gradualmente. La transición energética ya está en marcha y, aunque enfrenta resistencias políticas y económicas, las tendencias estructurales indican que el siglo XXI podría ser testigo del declive definitivo del oro negro como eje central del desarrollo mundial.
El desafío ahora es gestionar esta transición de forma equitativa, sostenible y segura para todos los países.