Guyana, un país que hasta hace poco era considerado uno de los más pobres de América, se ha convertido en el ejemplo más claro de transformación económica acelerada en Sudamérica. Con un crecimiento proyectado del Producto Interno Bruto (PIB) del 12,3% para 2025 y 15,7% en 2026, Guyana no solo lidera el crecimiento regional, sino que se posiciona como una de las economías de más rápido ascenso en el mundo, en lo que muchos ya califican como un “milagro económico”.
De la pobreza al boom petrolero
Ubicado entre Brasil y Venezuela, este pequeño país de apenas 800 mil habitantes ha experimentado un vuelco total en su realidad económica desde el descubrimiento de enormes reservas de petróleo en alta mar. Desde que ExxonMobil comenzó la producción en 2019, Guyana ha pasado de ser un país sin experiencia en la industria petrolera a producir cerca de 645 mil barriles diarios en 2024, con proyecciones de alcanzar casi 650 mil en 2025. Esto lo convierte en el mayor productor per cápita del mundo y el quinto mayor exportador de petróleo en América Latina.
Este auge ha generado un crecimiento acumulado del PIB superior al 40% en pocos años. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), desde 2022 Guyana ha registrado un crecimiento real medio anual del 47%, el más alto del mundo, impulsado principalmente por un crecimiento del PIB petrolero del 58% solo en 2024. Sin embargo, el sector no petrolero también ha mostrado una dinámica positiva, con un crecimiento del 13% en el mismo año.
Clave del éxito: recursos naturales y buena gestión
La clave del éxito guyanés no ha sido solamente el hallazgo de petróleo, sino también una gestión fiscal prudente y una visión de largo plazo. Parte importante de los ingresos petroleros se han destinado a mejorar la infraestructura, la salud, la educación y el transporte del país. Además, Guyana ha creado un fondo soberano que ya supera el 12,5% de su PIB, equivalente a unos 3.100 millones de dólares, lo que busca asegurar la sostenibilidad económica en el futuro y evitar los errores de otras naciones dependientes del petróleo.
Este crecimiento ya es tangible para los ciudadanos. Jóvenes y trabajadores como Delroy McLean, empleado en un astillero operado por contratistas de Exxon, han encontrado empleos bien remunerados y posibilidades de ahorro. Asimismo, muchos profesionales que habían emigrado están regresando, atraídos por las nuevas oportunidades laborales.
Un nuevo actor regional en el mapa energético
El ascenso de Guyana tiene implicancias más allá de sus fronteras. Para Venezuela, tradicionalmente considerada una potencia petrolera, el crecimiento de su vecino representa una amenaza tanto económica como geopolítica. La producción venezolana, lastrada por años de mala gestión e infraestructura deteriorada, se mantiene entre los 700 y 800 mil barriles diarios, muy por debajo de su potencial histórico. En contraste, Guyana avanza a pasos firmes.
La disputa territorial por el Esequibo, una región rica en recursos naturales administrada por Guyana pero reclamada por Venezuela, ha vuelto a cobrar fuerza. Las tensiones diplomáticas se han intensificado, especialmente ante la explotación de crudo en aguas consideradas en disputa por Caracas.
Retos y perspectivas hacia el futuro
A pesar de su éxito, Guyana enfrenta desafíos considerables. La escasez de mano de obra calificada ha obligado a importar profesionales, lo cual dinamiza la economía, pero también evidencia una debilidad estructural. El FMI ha advertido que es crucial mantener el equilibrio entre el crecimiento económico, la inversión social y la estabilidad fiscal para evitar los riesgos de una economía excesivamente dependiente del petróleo.
Se estima que Guyana mantendrá un crecimiento promedio del 14% anual hasta 2030, mientras que su economía no petrolera avanzará a un ritmo del 6,75% anual, cifras que superan ampliamente su rendimiento histórico. Esto convierte al país en un posible modelo de desarrollo sostenible basado en la gestión responsable de los recursos naturales, a semejanza del modelo noruego.
Diversificación económica: clave para la sostenibilidad
La diversificación de la economía es uno de los objetivos principales del gobierno guyanés. Se están realizando esfuerzos significativos para modernizar y tecnificar el sector agrícola, con inversiones en acuicultura, agroprocesamiento y cultivos alternativos que agreguen valor a productos tradicionales como el arroz, el azúcar y la madera.
Asimismo, sectores como el ecoturismo, la educación, las tecnologías de la información y los servicios BPO (externalización de procesos de negocios) están cobrando relevancia. El idioma inglés, junto a la estabilidad política y la belleza natural del país, son ventajas competitivas para captar inversión extranjera. La construcción de infraestructura como la carretera hacia Brasil busca también ampliar los mercados y mejorar la logística regional.
El país también explora el desarrollo de industrias de valor agregado, como la minería y la petroquímica, con proyectos que utilizarán el gas natural para producir fertilizantes, metanol y plásticos, siguiendo el modelo de economías caribeñas con características similares.
Guyana vive una etapa histórica única: de ser una de las naciones más pobres de América, ha pasado a convertirse en una de las economías con mayor crecimiento del mundo. El reto ahora es traducir ese éxito en beneficios duraderos y equitativos para su población. Con una gestión prudente, visión a largo plazo y políticas que promuevan la diversificación económica, Guyana podría consolidarse como un verdadero modelo de desarrollo en el siglo XXI.