La Unión Europea se prepara para cortar definitivamente el gas ruso

En un giro histórico en su política energética, la Unión Europea (UE) está lista para adoptar medidas que le otorgarán el poder de reducir drásticamente —y eventualmente eliminar— la circulación de gas natural procedente de Rusia en el continente, en un plazo de tres años. Esta iniciativa se inscribe dentro del plan REPowerEU, cuyo objetivo central es acabar con la dependencia energética de Moscú y frenar la financiación de la guerra en Ucrania.

Nuevas competencias para una decisión estratégica

El anuncio oficial fue realizado por Dan Jørgensen, comisario europeo de Energía, ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo. Tras recibir el respaldo del gabinete de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, Jørgensen presentó una propuesta ambiciosa: prohibir progresivamente todas las importaciones de gas natural ruso, tanto por gasoducto como por transporte marítimo, a partir del 1 de enero de 2026.

El documento preliminar, obtenido por el medio POLITICO antes de su publicación, indica que se eliminará toda “exposición de la Unión a los riesgos significativos para el comercio y la seguridad derivados del comercio de gas con la Federación de Rusia”, mediante una serie de normas jurídicas para implementar y supervisar esta prohibición.

Excepciones y prórrogas limitadas

Aunque el objetivo es contundente, el plan contempla ciertas excepciones. Se permitirán importaciones bajo contratos a corto plazo firmados antes del 17 de junio de 2026, así como excepciones para países sin salida al mar que dependan fuertemente del gas ruso y para algunas empresas con contratos a largo plazo. En estos últimos casos, la prohibición total se aplicará a partir del 1 de enero de 2028.

Además, todo gas que ingrese al territorio de la UE a través de puntos de interconexión con Serbia u otras rutas indirectas será considerado automáticamente de origen ruso, a menos que se presente una documentación clara que demuestre lo contrario.

Planes nacionales de diversificación y transparencia

La Comisión exigirá a los Estados miembros la publicación de nuevos “planes de diversificación”, detallando cómo prevén eliminar su dependencia del petróleo y gas rusos. Las empresas energéticas, por su parte, estarán obligadas a declarar la procedencia de sus importaciones, especialmente en el caso del combustible nuclear, otro punto sensible en las relaciones con Rusia.

Sanciones reforzadas y revisión del tope al petróleo ruso

En paralelo, la Comisión Europea ha aprobado un nuevo paquete de sanciones, que incluye un embargo al combustible refinado (gasolina, diésel y queroseno) elaborado a partir de petróleo ruso. También respalda la propuesta del G7 de reducir el precio máximo del barril de petróleo ruso de 60 a 45 dólares, en un intento por limitar aún más los ingresos del Kremlin.

Tensiones internas: Hungría y Eslovaquia se oponen

Hungría y Eslovaquia, dos países con fuertes vínculos energéticos con Rusia, han expresado su rechazo al plan. Ambos gobiernos han seguido comprando petróleo y gas rusos desde el inicio de la invasión a Ucrania, y han aprovechado exenciones temporales para beneficiarse de precios reducidos. Como respuesta, el plan presentado por Jørgensen concede a estos países un plazo adicional para desvincularse de la energía rusa, reconociendo su limitada evolución en esta materia.

No obstante, aunque muchas de las medidas propuestas pueden aprobarse por mayoría cualificada —al ser de carácter comercial y fiscal—, la adopción o extensión de sanciones requiere el voto unánime de los 27 Estados miembros, lo que deja la puerta abierta a futuras tensiones políticas dentro del bloque.

Un paso decisivo hacia la soberanía energética

Con estas medidas, la UE refuerza su compromiso de alcanzar la independencia energética frente a Rusia antes de 2027, marcando un cambio de paradigma en su estrategia geopolítica. La iniciativa busca, no solo frenar el financiamiento de la maquinaria bélica del Kremlin, sino también proteger la seguridad energética del continente frente a futuras crisis internacionales.

La cuenta regresiva ha comenzado, y con ella, una transformación sin precedentes en el panorama energético europeo.