El precio del petróleo Brent se ha desplomado por debajo de los 65 dólares por barril, una cifra que contrasta fuertemente con los más de 100 dólares registrados en 2022 tras la invasión rusa de Ucrania, cuando incluso llegó a superar los 120 dólares. Esta caída tiene importantes repercusiones tanto para consumidores como para países productores. ¿Qué significa esta bajada y a quién beneficia o perjudica?
Un alivio para los consumidores y los países importadores
Este descenso del precio del crudo, que lleva varios meses en curso y se ha acentuado recientemente, ha tenido un efecto inmediato en la inflación y en el bolsillo de los consumidores. Por ejemplo, en abril de 2025, el precio del Brent rondaba los 67 dólares frente a los 83 de enero, y muy por debajo del récord histórico de 147 dólares alcanzado en 2008.
Según Pushpin Singh, economista del centro británico Cebr, esta caída representa una buena noticia para los consumidores, que ahora disponen de más ingresos disponibles para destinar a alimentos, ropa, ocio o turismo. Además, los precios de los carburantes han bajado notablemente (un 11,8 % menos desde abril de 2024 en EE. UU.), lo que ha contribuido a desacelerar el índice de precios al consumidor (CPI) en varias economías.
También se espera que esta situación abarate los costos de producción y transporte de bienes de consumo, lo que a mediano plazo podría traducirse en precios más bajos en productos finales.
OPEP+ y la “bomba” en el mercado petrolero
La reciente decisión de ocho países de la OPEP+ de aumentar su producción en 411 000 barriles diarios a partir de julio —cuando el plan inicial solo preveía una subida de 137 000— ha contribuido aún más a la sobreoferta y, por tanto, a la caída del precio. Esto ha sido calificado como “una bomba” en el mercado petrolero, que ya experimentaba tensiones debido a los ajustes de producción.
Los grandes perdedores: productores y energías renovables
No todos reciben con agrado este descenso. Los más afectados son los productores de petróleo, especialmente aquellos con costos de extracción elevados. Empresas dedicadas al petróleo de esquisto en EE. UU., por ejemplo, ya han anunciado recortes en sus inversiones en regiones como el Permiano, entre Texas y Nuevo México.
Además, la caída del precio del petróleo pone en desventaja a las energías renovables, que se vuelven menos competitivas frente a un crudo más barato, lo que podría desacelerar la inversión en tecnologías verdes, advirtió Singh.
¿Qué países sufren más?
La capacidad de resistir precios bajos varía significativamente entre los países miembros de la OPEP+. Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, gracias a sus reservas monetarias y acceso a financiamiento, pueden permitirse mantener precios bajos a corto plazo e incluso aprovechar la ocasión para recuperar participación en el mercado.
En cambio, países como Irán, Venezuela y Nigeria se enfrentan a serios desafíos. Estas naciones dependen en gran medida de sus ingresos petroleros y cuentan con economías menos diversificadas o con menor acceso al crédito internacional. Asimismo, economías emergentes como la de Guyana, que experimentaban un crecimiento impulsado por descubrimientos petroleros recientes, podrían ver frenado su desarrollo si los precios del crudo se mantienen bajos.
La fuerte caída del precio del petróleo Brent plantea un panorama dual: beneficios para los consumidores y para las economías importadoras, pero serias dificultades para los productores y para el impulso de energías renovables. En un contexto global cada vez más interconectado, el futuro del mercado petrolero dependerá de decisiones geopolíticas, estrategias comerciales y la evolución de la demanda energética mundial.